lunes, 20 de noviembre de 2017

Marco 47


   Le miraba callado, esperando que continuara. Él me observó unos instantes, unos eternos segundos. Supongo que esperaba que dijera algo, que preguntara. Viendo que yo seguía con mis labios sellados prosiguió con su relato.
  - No habían pasado ni veinte horas del plazo que se me impuso cuando me hicieron llegar la noticia de que alguien me había denunciado por estafa, comenzaron por hacerme pasar por alguien que después de haber seducido a señores mayores les dejaba completamente arruinados. Pero no fue el único, hasta cuatro veces me denunciaron, una de ellas no fue por estafa, alguien desesperado denunció mi desaparición. Me enviaron una foto del momento de la denuncia. En la foto se veía a alguien de espaldas y en una de las paredes un cártel con un hombre que parecía ser yo. Reconocí al hombre de espaldas, te reconocería entre un millón. Te reconocí y lloré de rabia y dolor, pero no podía hacer nada, no podía comunicarte que mi desaparición no había sido voluntaria. Mi desaparición fue forzada, forzada por la manipulación, por sus embustes, los suyos y los de mi compatriota. Jamás, óyeme bien, yo jamás te hubiera abandonado, pero me buscaban por estafa, me buscaban y siguen buscándome. No me hubieran creído. Aquél de la foto y yo parecíamos la misma persona, de hecho se podría decir que era yo. Cada vez estoy más convencido que mi hermano le proporcionó la foto a uno de los denunciantes para que la llevara a comisaría. No tenía escapatoria, entraría en la cárcel seguro, y eso me aterrorizaba. Entonces decidí esconderme, evitar que conocieran mi paradero. Y perdóname, pero entre ellos estabas tú. No podía arriesgarme a ponerme en contacto contigo y que me delataras, no sabía tu parecer, no sabía si habías creído que era un impostor...
- Pero sin embargo ahora te has puesto en contacto conmigo.
- Ya no podía aguantar más, han sido meses de angustia. Y por lo que hemos hablado para ti tampoco ha sido fácil. Necesitaba verte, que me escucharas, explicarme ante ti. Me arriesgaría a que no me creyeras y me denunciaras, pero era un riesgo que estaba dispuesto asumir. Cada vez necesitaba más verte, me ahogaba sin tu presencia.